domingo, 6 de marzo de 2011

TECNOFOBIA VERSUS ADICCION

Uno de los problemas que se han comentado a lo largo de estas clases y que ocupan muchas páginas de revistas culturales es, por un lado la tecnofobia; el rechazo a las nuevas tecnologías por parte de diferentes grupos sociales y, de otro, la adicción a internet. 

Hay un interesante artículo de Sáez de Vacas que habla de ello titulado Tecnofobia literaria. En primer lugar nos habla de esa dicotomía en que siempre se han empeñado los hombres al separar las ciencias de las letras y que, llevada a la actualidad, ha provocado dos bandos bien diferenciados entre los  "protecnología" y los tecnofóbicos -o como llamaba yo misma en mi blog recordando a Eco, Apocalípticos e Integrados- . Si en un principio, nos dice Vacas, era la "caja tonta" la que se llevaba todos los varapalos advirtiéndonos de las neuronas que morirían en los cerebros de nuestros hijos si pasaban muchas horas frente al televisor, ahora el demonio está en la red. 

Para ilustrarlo, Sáez cita a escritores y filósofos como Alvaro Muti, Ernesto Sábato, Harold Bloom o Francisco Umbral, que demonizan la tecnología y ven como fuente de salvación la inmersión en la Cultura con mayúsculas, esa que sólo está a nuestro alcance cuando vamos a un museo o abrimos un buen libro. También reconoce que parte de la culpa la tienen los propios técnicos, entre los que se incluye el mismo, al afirmar que se esfuerzan con ahínco en construir simplistamente un territorio irreal formado por números y abstracciones, en el que con frecuencia el factor humano apenas tiene sitio, con lo que ello tiene de factor deshumanizante. 

Concluye afirmando, creo que acertadamente, que esa forzada y esforzada dicotomía no tiene ningún sentido y muy poca razón de ser; pretender creer que todo lo que ha hecho al hombre ser lo que hoy es han sido las humanidades me parece de todo punto ingenuo ya que, cualquiera que mire hacia atrás en la historia, es consciente de que la tecnología ha acompañado al hombre desde que empuño su primer hacha.

Además, muchos de los que lanzan improperios desde sus púlpitos contra ella son los mismos que al salir de la conferencia encienden su móvil, suben a su coche, ponen el navegador o, al llegar a casa, subir en el ascensor y encender la luz, conectan su portátil y abren su correo.

También como tecnofóbicos están algunos representantes de la Iglesia Católica, al menos aquellos que supuestamente representan a Dios en la Tierra y que, como el nuevo Presidente de la Conferencia Episcopal, Montseñor Rouco Varela, advierten de los peligros de ese nuevo satán encarnado en unos y ceros. 

Las nuevas tecnologías han creado también una enorme diferencia entre los que están conectados y los que no (los nuevos apestados, los parias de las telecomunicaciones). En algunas ocasiones no es por voluntad propia sino por falta de medios; en otras es por pura resistencia que, curiosamente, no se da sólo entre los mayores a los que las nuevas tecnologías y los cambios constantes se les hacencuesta arriba sino que son muchos los jóvenes que reniegan de las redes sociales y que se niegan a aceptar que su futuro, personal y laboral este en ese nuevo mundo digital. 

No va a servirnos de mucho no reconocer y aceptar esa nueva realidad que ya está aquí pero tampoco creo que sea acertado tener una dependencias absoluta de la tecnología y del enorme consumo energético que la sustenta. Me preocupa el peligro que encierra el hecho de que cualquier acto de nuestra vida hoy en día dependa ya del funcionamiento adecuado de los ordenadores y del suministro energético.

De cualquier modo, en el peor de los escenarios, si todo el sistema cayese y se produjera el caos total, creo que, aún así,  la especie humana no se extinguiría ya que quedan aún muchos lugares en el Planeta Tierra en los que sus pobladores viven al margen de todo esto y, quien sabe, quizás al final todo vuelva a comenzar del mismo modo en que lo hizo hace millones de años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario